20.3.15

2 poemas de Hugo Hodelín Santana



Al comedor de cultura

Sé que eres más calumniado que la Virgen María.
Sé que te comentan y de ti se burlan.
Santo Patrón.
Refugio del bajo ingreso.
Puntual como una puta arrancada.
Puntual como el solsticio de verano.
Puntual como el jueves de Pentecostés.
Sacudido entre cazuelas gatos escobas
de frijoles con frijoles.
De sopas de agua.
De arroz blanco purísimamente blanco,
como el camisón del padre de la catedral en la misa de los domingos.
De tu pequeño minúsculo platillo fuerte
dejado sobre la bandeja.
Abandonado,
tan abandonado
como un periódico tras la lluvia del verano.

Ven que yo vuelvo.
Ven y que no nos falte esta gracia del señor.
Y que te abandonen y acuchillen los otros.
Los otros que son y serán siempre los otros.
Que no somos nosotros,
hombres que te atravesamos a pasos largos
con hambrientas cucharas entre las manos.



El polvo del camino 


Ser humilde puede ser pecado.
Tus zapatos rotos
harán que el tipejo te abandone a la burla.

Ser humilde puede ser un delito.
Contra el ojo que ve y no ve lo que ve.

Ser humilde puede ser una bomba de tiempo
en manos del delirio.
Un sabotaje
que no te permitirá pasar del lobby
y la incesante negativa del agua y la cuota de cerveza.

Aunque hayas hecho tu mejor poema,
el hambre del día se acomodará en tu estómago,
como una mujer tierna,
de una manera cruel y perversa.
Cuando sólo el silencio sea tu hijo cómplice.