23.12.10

António José Forte




Ainda não


Ainda não
não há dinheiro para partir de vez
não há espaço de mais para ficar
ainda não se pode abrir uma veia
e morrer antes de alguém chegar

ainda não há uma flor na boca
para os poetas que estão aqui de passagem
e outra escarlate na alma
para os postos à margem

ainda não há nada no pulmão direito
ainda não se respira como devia ser
ainda não é por isso que choramos às vezes
e que outras somos heróis a valer

ainda não é a pátria que é uma maçada
nem estar deste lado que custa a cabeça
ainda não há uma escada e outra escada depois
para descer à frente de quem quer que desça

ainda não há camas só para pesadelos
ainda não se ama só no chão
ainda não há uma granada
ainda não há um coração

-----------------------


Poema


Alguma coisa onde tu parada
fosses depois das lágrimas uma ilha,
e eu chegasse para dizer-te adeus
de repente na curva duma estrada

alguma coisa onde a tua mão
escrevesse cartas para chover
e eu partisse a fumar
e o fumo fosse para se ler

alguma coisa onde tu ao norte
beijasses nos olhos os navios
e eu rasgasse o teu retrato
para vê-lo passar na direcção dos rios

alguma coisa onde tu corresses
numa rua com portas para o mar
e eu morresse
para ouvir-te sonhar

-

20.12.10

Kafka





Não é necessário sair de casa.
Permaneça em sua mesa e ouça.
Não apenas ouça, espere.
Não apenas espere, fique sozinho em silêncio.
Então o mundo se apresentará desmascarado.
Em êxtase, se dobrará a seus pés.



Kafka

4.12.10

Rodrigo de Souza Leão




me sinto uma chupeta
de baleia

que a cada fim do verso
se tateia

pra ver se ainda há vida
na veia

há poema enquanto houver
centeia

e esta fagulha vivificando
é a máquina pedindo
me leia

-

22.11.10

Oscar Wilde



As mulheres americanas são brilhantes, inteligentes, assombrosamente cosmopolitas. Seu patriotismo se resume em admirar o Niágara e ter saudade do trem elevado. E diferentemente dos homens, não nos oferecem a lata com Bunkershill.

Adquirem seus vestidos em Paris e suas maneiras em Picadilly, e exibem uns e outros de modo encantador. Possuem um singular atrevimento, uma presunção deliciosa e uma independência espontânea.

Fazem questão de ser elogiadas e conseguiram quase tornar eloquente o inglês. Sentem fervorosa admiração pela nossa aristocracia, adoram os títulos e são uma contradição perpétua aos princípios republicanos.

São hábeis na arte de divertir os homens. São-no por natureza e educação. Sabem realmente contar uma história sem esquecer o traço mordaz, perfeição extraordinariamente rara nas mulheres de outras nações.

É verdade que carecem de tranquilidade e que o tom de suas vozes é algo brusco e estridente, quando desembarcam em Liverpool; mas com o tempo chega a gente a gostar desses lindos ciclones de saias, que passam tão estouvadas pela sociedade e que causam tanta agitação às duquesas com suas filhas.

Há algo de fascinante em seus gestos graciosos, exagerados, em sua maneira petulante de inclinar a cabeça. Seus olhos nada têm de mágico ou misterioso, mas nos desafiam à luta e, quando nos lançamos a ela, saímos sempre maltratados. Seus lábios parecem feitos para rir e, não obstante, não gesticulam nunca.[...]

Apesar de semelhante família, a moça americana é sempre bem acolhida. Anima nossos lúgubres jantares e faz com que a vida transcorra gratamente durante a temporada.

Na carreira aos títulos de nobreza, ganha com frequência o prêmio; mas uma vez alcançada a vitória, é generosa e perdoa tudo às suas rivais inglesas, até mesmo sua beleza.

O exemplo de sua mãe adverte-a de que as mulheres americanas não têm graça no envelhecer. E esforça-se em não envelhecer absolutamente e, quase sempre, o consegue.

Seus pés e suas mãos são delicados; anda sempre bem calçada e com lindas luvas; sabe falar com brilho sobre qualquer assunto, mesmo não entendendo uma palavra dele.

Seu senso de humor preserva-a da tragédia de uma "grande paixão"; e como não há em seu amor nem novelismo nem humildade, torna-se uma excelente esposa.



Oscar Wilde, em "A Invasão Americana", Court and Society Review, 23.03.1887.


19.11.10

Alphonsus de Guimaraens




A CABEÇA DE CORVO


Na mesa, quando em meio à noite lenta

Escrevo antes que o sono me adormeça,

Tenho o negro tinteiro que a cabeça

De um corvo representa.



A contemplá-lo mudamente fico

E numa dor atroz mais me concentro:

E entreabrindo-lhe o grande e fino bico,

Meto-lhe a pena pela goela a dentro.



E solitariamente, pouco a pouco,

Do bojo tiro a pena, rasa em tinta...

E a minha mão, que treme toda, pinta

Versos próprios de um louco.



E o aberto olhar vidrado da funesta

Ave que representa o meu tinteiro,

Vai-me seguindo a mão, que corre lesta.

Toda a tremer pelo papel inteiro.



Dizem-me todos que atirar eu devo

Trevas em fora este agoirento corvo,

Pois dele sangra o desespero torvo

Destes versos que escrevo.


11.11.10

Martín Adán



Poemas underwood

Prosa dura y magnífica de las calles de la ciudad sin inquietudes estéticas.
Por ellas se va con la policía a la felicidad.
La poesía gafa de las ventanas es un secreto de costureras.
No hay más alegría que la de ser un hombre bien vestido.
Tu corazón es una bocina prohibida por las ordenanzas de tráfico.
Las casas rumian sus paces de buey.
Si dejaras saber que eres un poeta, irías a la comisaría.
Límpiate de entusiasmos los ojos.
Los automóviles te soban las caderas, volviendo la cabeza. Cree tú que son mujeres viciosas. Así tendrás tu aventura y tu sonrisa para después de la cena.
Los hombres que tropiezas tienen la carne encallecida de oficina.
El amor está en cualquier parte, pero en ninguna está de otro modo.
Pasan obreros con los ojos resentidos con la tarde, con la ciudad y con los hombres.
¿Por qué había de fusilarte la Checa? Tú no has acaparado sino tu alma.
La ciudad lame la noche como una gata famélica.
Y tú eres un hombre feliz, quizá el único hombre feliz.
Tienes camisa y no tienes grandes pensamientos de ninguna clase.
Ahora siento cólera contra los acusadores y los consoladores.
Spengler es un tío asmático, y Pirandello es un viejo estúpido, casi un personaje suyo.
Pero no he de enfurecerme por pequeñeces.
Mil cosas han hecho los hombres peores que sus culturas: Las novelas de Víctor Hugo, la democracia, la instrucción primaria, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera.
Pero los hombres se empeñan en amarse los unos a los otros.
Y, como no lo consiguen, acaban por odiarse.
Porque no quieren creer que todo es irremediable.
La polis griega sospecho que fue un lupanar al que había que ir con revólver.
Y los griegos, a pesar de su cultura, fueron hombres felices.
Yo no he pecado mucho, pero ya sé de estas cosas.
Bertoldo diría estas cosas mejor, pero Bertoldo no las diría nunca. El no se mete en honduras -y está viejo, quiere paz y hasta apoya a los moderados.
El mundo no está precisamente loco, pero sí demasiado decente. No hay manera de hacerle hablar cuando está borracho. Cuando no lo está abomina de la borrachera o ama a su prójimo.
Pero yo no sé sinceramente qué es el mundo ni qué son los hombres.
Sólo sé que debo ser justo y honrado y amar a mi prójimo.
Y amo a los mil hombres que hay en mí, que nacen y mueren a cada instante y no viven nada.
He aquí mis prójimos.
La justicia es unas estatuas feas en las plazas de las ciudades.
Ninguna de ellas me gusta ni poco ni mucho -no son diosas ni mujeres.
Yo amo la justicia de las mujeres sin túnica y sin divinidad.
En punto a honradez, no soy de los peores.
Como mi pan a solas, sin dar envidia a mi prójimo.
Nací en una ciudad, y no sé ver el campo.
Me he ahorrado el pecado de desear que fuera mío.
En cambio deseo el cielo.
Casi soy un hombre virtuoso, casi un místico.
Me gustan los colores del cielo porque es seguro que no son tintes alemanes.
Me gusta andar por las calles algo perro, algo máquina, casi nada hombre.
No estoy muy convencido de mi humanidad; no quiero ser como los otros. No quiero ser feliz con permiso de la policía.
Ahora en las calles hay un poco de sol.
No sé quién se lo ha llevado, qué mal hombre, dejando manchas en el suelo como un animal degollado.
Pasa un perrito cojo -he aquí la única compasión, la única caridad, el único amor de que soy capaz.
Los perros no tienen Lenin, y esto les garantiza una vida humana pero verdadera.
Andar por las calles como los hombres de Pío Baroja -(todos un poco perros)-.
Mascar huesos como los poetas de Murger, pero con serenidad.
Pero los hombres tienen posvida.
Por eso dedican su vida al amor del prójimo.
El dinero lo hacen para matar el tiempo inútil, el tiempo vacío...
Diógenes es un mito -la humanización del perro.
El anhelo que tienen los grandes hombres de ser completamente perros. Los pequeños hombres quieren ser completamente grandes hombres, millonarios, a veces dioses.
Pero estas cosas deben decirse en voz baja -siento miedo de oírme a mí mismo.
Yo no soy un gran hombre -yo soy un hombre cualquiera que ensaya las grandes felicidades.
Pero la felicidad no basta a ser feliz.
El mundo está demasiado feo, y no hay manera de embellecerlo.
Sólo puedo imaginarlo como una ciudad de burdeles y fábricas bajo un aletazo de banderas rojas.
Yo me siento las manos delicadas.
¿Qué soy, qué quiero? Soy un hombre y no quiero nada.
O, tal vez, ser un hombre como los toros o como los otros.
Tú no tienes las orejas demasiadas grandes.
Yo quiero ser feliz de una manera pequeña. Con dulzura, con esperanza, con insatisfacción, con limitación, con tiempo, con perfección.
Ahora puedo embarcarme en un trasatlántico. E ir pescando durante la travesía aventuras como peces.
Pero ¿a donde iría yo?.
El mundo me es insuficiente.
Es demasiado grande, y no pudo desmenuzarlo en pequeñas satisfacciones como yo quiero.
La muerte es sólo un pensamiento, nada más, nada más...
Y yo quiero que sea un largo deleite con su fin, con su calidad.
El puerto, lleno de niebla, está demasiado romántico.
Citeres es un balneario norteamericano.
Las yanquis tienen la carne demasiado fresca, casi fría, casi muerta.
El panorama cambia como una película desde todas las esquinas.
El beso final ya suena en la sombra de la sala llena de candelas de cigarrillos. Pero está no es la escena final. Pero ello es por lo que el beso suena.
Nada me basta, ni siquiera la muerte; quiero medida, perfección, satisfacción, deleite.
¿Cómo he venido a parar en este cinema perdido y humoso?.
La tarde ya se habrá acabado en la ciudad. Y yo todavía me siento la tarde.
Ahora recuerdo perfectamente mis años inocentes. Y todos los malos pensamientos se me borran del alma. Me siento un hombre que no ha pecado nunca.
Estoy sin pasado, con un futuro excesivo.
A casa...

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9.11.10

Virginia Woolf, simpatizante da eugenia







9 de janeiro de 1915

Encontramo-nos no caminho do canal & tivemos de passar por uma fila enorme de imbecis. O primeiro era um rapaz muito alto, esquisito demais para merecer uma segunda olhada, mas só; o segundo arrastava os pés & olhava de lado; & então percebemos que todos naquela fila eram criaturas idiotas, miseráveis, incapazes e capengas, sem testa nem queixo & com um sorriso imbecil, ou um olhar furioso de desconfiança. Era absolutamente horrível. Eles certamente deviam ser mortos.


Virginia Woolf, em The Diary of Virginia Woolf, vol. I, 1915-1919, Londres, 1979. A autora menciona um encontro na rua com o amigo e economista John Maynard Keynes, onde ambos puderam ver de perto as mazelas da miséria, muitas vezes confundida com deficiência mental e física. Woolf, Keynes, George Bernard Shaw e Winston Churchill chegaram a ser simpatizantes da eugenia, movimento de higiene racial com força social e intelectual no início do século 20. Ninguém é perfeito.

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4.11.10



The unending gift


Um pintor prometeu-nos um quadro.
Agora, em New England, sei que morreu. Senti, como outras
vezes, a tristeza de compreender que somos como um
sonho. Pensei no homem e no quadro perdidos.
(Só os deuses podem prometer, porque são imortais.)
Pensei em um lugar prefixado que a tela não ocupará.
Pensei depois: se estivesse aí, seria com o tempo uma coisa
mais, uma coisa, uma das vaidades ou hábitos da casa;
agora é ilimitada, incessante, capaz de qualquer forma
e qualquer cor e a ninguém vinculada.
Existe de algum modo. Viverá e crescerá como uma música e
estará comigo até o fim. Obrigado, Jorge Larco.
(Também os homens podem prometer, porque na promessa há
algo imortal.)


Jorge Luis Borges, em Elogio da sombra, 1969.
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12.10.10







Joonhuyn Kim


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7.10.10

Marta Chaves




Exerço muitas vezes o ofício de estrangeira
com pouca fé de que na impossibilidade da língua
se entenda a natureza dos meus gestos.
ou mais adiante
Escrevo-te cartas que difundem o meu silêncio.
ou ainda
Fico só
entre mim e o nome que dou às coisas.



30.9.10

27.9.10

Bernart de Ventadorn




Quando vejo a cotovia mover
de alegria as asas contra o raio
que se esquece e se deixa cair
com a doçura que no coração lhe vai
ai! tão grande inveja me vem
daqueles que vejo andar contentes!
E maravilho-me eu como de repente
de desejo o meu coração não se funde.

Ai eu! tanto cuidava saber
de amor e tão pouco sei!
Pois eu de amar não me posso conter
aquela cujo favor nunca terei;
tem o meu coração e tem-me todo a mim,
tem-se a si própria e ao mundo inteiro!
E quando me tomou nada mais me deixou
senão desejo e coração voraz.

Perdi já eu sobre mim o poder
e deixei de ser meu desde o instante
em que me deixou nos seus olhos ver,
num espelho que me agrada tanto.
Espelho, pois me mirei em ti,
mataram-me os suspiros mais profundos,
que assim me perdi, como se perdeu
o belo Narciso na fonte.

Das donas me desespero,
não mais nelas me fiarei!
Que assim como as usava defender
assim as desabonarei;
pois vejo que nenhuma me auxilia
junto daquela que me destrói sem razão,
de todas duvido, de todas desconfio,
pois sei bem que todas iguais são.

Nisso faz bem o papel de mulher
a minha dona, que condeno assaz:
pois não quer o que se deve querer
e o que lhe é vedado faz.
Caído sou em sua impiedade
e agi pois como o louco na ponte!
E não sei porque me vou curvado
se não por querer subir alto monte.

Piedade está perdida a valer,
e eu não o soube jamais,
pois aquela que mais a deveria ter
não a tem; e onde a irei buscar?
Ah! como pouco parece, a quem a vê,
que este cativo amador,
que já sem ela não encontrará bem,
deixe morrer, sem socorro lhe dar!

Pois com minha dama não me podem valer
preces, nem piedade, nem meu bom direito,
nem a ela não lhe causa prazer
que eu a ame, jamais lho direi.
E assim dela me afasto e me rendo!
Pois me matou, como morto lhe respondo,
e vou-me daqui, pois ela não me retém,
cativo, em exílio, não sei onde.

Tristão, nada mais tereis de mim,
pois me vou, cativo, não sei onde;
ao cantar volto costas e me rendo assim,
e da alegria e do amor me escondo.


Bernart de Ventadorn, 1150-80.
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12.7.10

Djuna Barnes







Love Song


I am the woman -- it is I --
Through all my pain I suffer peace,
Through all my peace I suffer pain,
This insufficient agony --
This stress of woe I cannot feel --
These knees that cannot bend to kneel --
A corpse that flames and cannot die --
A candle with the wick torn through --
These are the things from which I grew
Into the woman whom you hate --
She whom you loved before you knew --
Loved, loved so much before you knew.

All I cannot weep -- in tears,
All I cannot pray -- in prayers,
For it is so the wild world moves,
And it is so that Tame Man loves.
It is for this books fall to ruin,
For this great houses mold and fall,
For this the infant gown, the pall,
For this the veil that eyes weep through,
For this the birds go stumbling down
Into the cycled ages where
Their squandered plumage rends the air.
For this each living thing that dies
Shakes loose a soul that will arise
Like ivory against black space --
A quiet thing, but with a face
Wherein a weeping mouth is built --
A little wound where grief is spilt.

I am the woman -- even so --
Through the years I have not swerved,
Through the years I've altered not.
What changes have I yet to know?
Through what gardens must I crawl?
How many roses yet must fall?
How many flowers yet must blow?
How many blossoms yet must rot?

How many thorns must I yet bear
Within the clenched fists of despair?
To be again she whom you loved --
Loved you so much, so much did care --
Loved, loved so much, so much did care!


Djuna Barnes, 1916.




26.6.10

Lúcio Cardoso



Jamais seria como os outros, jamais viveria das suas vidas simples, dos seus inocentes folguedos. Jamais teria inocência suficiente para viver entre eles como um irmão; sempre que procurasse se imiscuir, como o lobo da história, sentiria pesar a desproporção da sua origem, o sinal que o distinguia, o mistério da sua natureza solitária.

Fora assim que aceitara viver em silêncio, de cabeça baixa, sem ousar pedir coisa alguma. Vegetara nos empregos mais humildes, conhecera destinos diferentes, criaturas transfiguradas pelas dores mais fundas, pelas mais permanentes necessidades -- e conhecera também aqueles que a vida cumula de todos os seus favores, que elege como filhos diletos. E não sentira nenhum desprezo pelos primeiros e nem rancor pelos segundos. Transitara livremente entre eles, como se fosse outra a raça a que pertencesse, mais amarga e mais pura. Um dia, porém, alguém lhe fizera ver que mesmo assim a sua presença pesava como uma acusação. Os homens queriam representar livremente os seus papéis e se sentiam perturbados com aquela silenciosa presença, que parecia prestes a desencadear sobre eles uma força inesperada e poderosa. O seu silêncio, a sua tácita renúncia eram, ainda assim, um dom que lhe recusavam. Partira. No trem enfumaçado, embalado pelos solavancos do carro, cerrava os olhos, um jornal inútil nas mãos. Como era difícil viver!



(Em O desconhecido, 1940.)



18.6.10

José Saramago




Na ilha por vezes habitada
Na ilha por vezes habitada do que somos, há noites,
manhãs e madrugadas em que não precisamos de
morrer.
Então sabemos tudo do que foi e será.
O mundo aparece explicado definitivamente e entra
em nós uma grande serenidade, e dizem-se as
palavras que a significam.
Levantamos um punhado de terra e apertamo-la nas
mãos.
Com doçura.
Aí se contém toda a verdade suportável: o contorno, a
vontade e os limites.
Podemos então dizer que somos livres, com a paz e o
sorriso de quem se reconhece e viajou à roda do
mundo infatigável, porque mordeu a alma até aos
ossos dela.
Libertemos devagar a terra onde acontecem milagres
como a água, a pedra e a raiz.
Cada um de nós é por enquanto a vida.
Isso nos baste.


Poema à boca fechada

Não direi:
Que o silêncio me sufoca e amordaça.
Calado estou, calado ficarei,
Pois que a língua que falo é de outra raça.

Palavras consumidas se acumulam,
Se represam, cisterna de águas mortas,
Ácidas mágoas em limos transformadas,
Vaza de fundo em que há raízes tortas.

Não direi:
Que nem sequer o esforço de as dizer merecem,
Palavras que não digam quanto sei
Neste retiro em que me não conhecem.

Nem só lodos se arrastam, nem só lamas,
Nem só animais bóiam, mortos, medos,
Túrgidos frutos em cachos se entrelaçam
No negro poço de onde sobem dedos.

Só direi,
Crispadamente recolhido e mudo,
Que quem se cala quando me calei
Não poderá morrer sem dizer tudo.



-------
José Saramago, insuspeito poeta,
de quem, como um ancião bíblico,
parece não existir uma foto do
Jovem Saramago.


-

16.6.10

Sebastião Alba


Sou quem os que amo (ou detesto) pensam de mim. Pouco mais.







Há poetas com musa

Há poetas com musa. Muitos.
Eu, neste jardim do Éden,
a cargo do município,
onde um velho destece a sua vida
e, baixando o olhar,
ainda lhe afaga a trama,
quando a poesia se afoita,
amuo
na agrura de, ao acordar,
tê-la sonhado.


Num álbum

Estar só
é meditar numa ausência
erguer os olhos do que, escrevendo, o constata
por uma ordem emanada já se sabe donde

ir só reivindica
sonega a caneta
dobra os papéis escritos
e conduz docemente
a uma longa suspeição de música.



Gosto dos amigos
Gosto dos amigos
Que modelam a vida
Sem interferir muito;
Os que apenas circulam
No hálito da fala
E apõem, de leve,
Um desenho às coisas.
Mas, porque há espaços desiguais
Entre quem são
E quem eles me parecem,
O meu agrado inclina-se
Para o mais reconciliado,
Ao acordar,
Com a sua última fraqueza;
O que menos se preside à vida
E, à nossa, preside
Deixando que o consuma
O núcleo incandescente
Dum silêncio votivo
De que um fumo de incenso
Nos liberta.


Faço hoje 55 anos. Quem disse que o tesouro dos poetas são "montes de
papéis desarrumados / e barras de oiro quando o sol se põe"?
Eu não aspiro a tanto, mas tenho alguns bens: sapatos novos, calças de
ganga, uma camisa de flanela e um relógio de pulso.
Depois de 50 anos de chatice, que tal?

A Poesia foi, para mim, corso: de quando em vez, fazia abordagens. Claro
que trago comigo, como qualquer pirata que se preza, o mapa desse tesouro,
onde ninguém o encontrará: na pala do olho direito — com o esquerdo, não
sei por quê, vi sempre melhor.


--

9.6.10




d'O Livro dos Três Caminhos e dos Sete Sinais do Amor Embebedado

Ho primeiro signall he muyto ouvyr & pouco fallar se nom he de cousa amada E falar minguado.

Ho segundo he secura de membros Polla ardente apricaçom aa cousa que ama.

Ho terçeiro sinall he os olhos encovados scilicet o Intindimento & a afeiçom profundos no coraçom & em deus Ca todo o que amã he dentro segundo de çima he dito.

Ho quarto sinall he mimgua de lagrimas se nom veem da cousa amada.

Ho quimto he pulsso desordenado scilicet das afeiçõoes que som ou muito triguosas ou muito tardinheiras assy como he dito.

Ho seisto he profundo cuidado & adormiçimento tornado adentro Assy que taes namorados nom entendem senom pouco ou nada das cousas de fora senom de seus amores

Ho seitemo he alteraçom que vem quando homem vee alghua cousa que pareçe o que ama

Per estes sete signaaes conheçe homem ho amor enbevedado (...)


--
Em Castelo Perigoso, epístola medieval escrita por Frère Robert, monge cartuxo, a sua prima freira, Soeur Rose.

-

14.5.10




Vírgula


Eu menino às onze horas e trinta minutos
a procurar o dia em que não te fale
feito de resistências e ameaças — Este mundo
compreende tanto no meio em que vive
tanto no que devemos pensar.

A experiência o contrário da raiz originária aliás
demasiado formal para que se possa acreditar
no mais rigoroso sentido da palavra.

Tanta metafísica eu e tu
que já não acreditamos como antes
diferentes daquilo que entendem os filósofos
— constitui uma realidade
que não consegue dominar (nem ele próprio)
as forças primitivas
quando já se tem pretendido ordens à vida humana
em conflito com outras surge agora
a necessidade dos Oásis Perdidos.

E vistas assim as coisas fragmentariamente é certo
e a custo na imensidão da desordem
a que terão de ser constantemente arrancadas
— são da máxima importância as Velhas Concepções
pois
a cada momento corremos grandes riscos
desconcertantes e de sinistra estranheza.

Resulta isto dum olhar rápido sobre a cidade desconhecida. Mais
E abstraindo dos versos que neste poema se referem ao mundo humano
vemos que ninguém até hoje se apossou do homem
como frágil véu que nos separa vedados e proibidos.



António Maria Lisboa

-

27.4.10

Ana Merino




Vida de lagartija


Yo quise ser animal casero
con vistas a la playa
pero soy lagartija y habito entre las grietas
de una roca volcánica en medio del desierto.

A veces alguien corta el final de mi cola
y allí quedan mis sueños moviéndose nerviosos
creyendo que están vivos.

Yo soy como las horas que pierden los domingos
acaricio el descanso metido entre las sábanas
y espero a que amanezcan los días de diario.

La vida es un enigma del que sólo descrifro
un trozo de esperanza
lo miro de reojo y nunca me detengo
porque temo al acecho de los tirachinas
o la sombra de un gato.



20.4.10

Lygia Fagundes Telles

 


  Me leiam enquanto estou quente. 


 

13.4.10

Paul Bowles



Todos os dias eu sentava à minha mesa no balcão e escrevia várias páginas de uma obra que intitulara "Without Stopping". O importante era aumentar a pilha de páginas. Decidi escrever o que me viesse à cabeça e trabalhar o texto depois. Temia que, se parasse para pensar, eu iria ver a obra com olhos críticos, e isso deteria o fluxo. E era o fluxo o que mais me preocupava, pois escrever "Without Stopping" constituía uma terapia. Ver o número de páginas crescer me dava a ilusão de estar criando alguma coisa. Eu tinha perfeita consciência de que vender livros impunha uma situação de inatividade.



Paul Bowles, em Without Stopping, 1972. No Brasil, esta autobiografia só seria publicada em 1994, com o título Tantos caminhos.

29.3.10

A matéria básica da poesia não é a palavra, mas a letra







Lanke trr gll.
Pe pe pe pe pe
Ooka. Ooka. Ooka. Ooka.
Lanke trr gll.
Pi pi pi pi pi
Tzuuka. Tzuuka. Tzuuka. Tzuuka.


- poema silábico do pintor, escultor e poeta dadaísta alemão Kurt Schwitters.

-

24.3.10




sou de uma raça de cachorro ruim
desassossegado pelo sangue que
brota das noites-incompletudes escorrendo
em angústias esquivas
sou de uma raça de cachorro mau
nauseado pela lua opiada nas
madrugadas latejantes de desejos lascivos
bebendo peçonha tumultuando
os jardins com excrementos perversos.
então escancaro uma
réstia lanosa de lágrima
quando me queimo em tua lua segredada
quando substancialmente o animal
estúpido cura sua compaixão.




-

11.3.10




Óculos-periscópio, para ler na horizontal. Nationaal Archief, Holanda.


-

27.2.10

Lêdo Ivo

Queime tudo o que puder :

as cartas de amor

as contas telefônicas

o rol de roupas sujas

as escrituras e certidões

as inconfidências dos confrades ressentidos

a confissão interrompida

o poema erótico que ratifica a impotência

e anuncia a arteriosclerose



os recortes antigos e as fotografias amareladas.

Não deixe aos herdeiros esfaimados

nenhuma herança de papel.



Seja como os lobos : more num covil

e só mostre à canalha das ruas os seus dentes afiados.

Viva e morra fechado como um caracol.

Diga sempre não à escória eletrônica.



Destrua os poemas inacabados, os rascunhos,

as variantes e os fragmentos

que provocam o orgasmo tardio dos filólogos e escoliastas.

Não deixe aos catadores do lixo literário nenhuma migalha.

Não confie a ninguém o seu segredo.

A verdade não pode ser dita.




 "A Queimada".

-

24.2.10






Hitchcock, The Farmer's Wife, 1928.

-

18.2.10




Credo in un Dio crudel che m'ha creato
Simile a sè, e che nell'ira io nomo.

Dalla viltà d'un germe o d'un atomo
Vile son nato.
Sono scellerato
Perchè son uomo
E sento il fango originario in me.
Si! quest'è la mia fé!
Credo con fermo cuor, siccome crede
La vedovella al tempio,
Che il mal ch'io penso e che da me procede
Per mio destino adempio.
Credo che il giusto è un istrion beffardo
E nel viso e nel cuor,
Che tutto in lui è bugiardo:
Lagrima, bacio, sguardo,
Sacrifício ed onor.
E credo l'uom gioco d'iniqua sorte

Dal germe della culla
Al verme dell'avel.
Vien dopo tanta irrision la Morte.

E poi? La morte è il Nulla.
È vecchia fola il ciel!




Creio em um Deus cruel que me criou
À sua semelhança, e que na ira eu invoco.

Da vileza de um germe ou de um átomo
Vil nasci.
Sou celerado
Porque sou homem
E sinto a lama originária em mim.
Sim! esta é a minha fé!
Creio com firme coração, como crê
A viuvinha no templo,
Que o mal que penso e que de mim procede
Eu o realizo pelo meu destino.
Creio que o justo é um histrião burlador
No rosto e no coração,
Que tudo nele é mentira:
Lágrima, beijo, olhar,
Sacrifício e honra.
E creio que o homem é um jogo da sorte iníqua

Do germe do berço
Ao verme do túmulo.
Vem, depois de tanta irrisão, a Morte.

E depois? A morte é o Nada.
O céu, uma velha fábula!



Arrigo Boito, compositor, poeta e libretista, responsável pela adaptação do Otelo shakespeariano à ópera homônima de Verdi, de 1887. O monólogo aqui publicado, Credo de Iago, é um acréscimo do poeta.
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27.1.10





Irma Boom, Book Designer, Amsterdã, 2007.

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26.1.10

Duda Machado



Doente, morena


De manhã cedo ela sai
Leva a chave
Me deixa trancado
O dia inteiro
Não ligo
Deito sobre os trilhos
E vejo o trem passar
Entre brinquedos, cigarros
O Tesouro da Juventude
Em não sei quantos volumes
E quando canto
Deixo a imaginação voar
Mas ontem à noite
A mão sobre meus cabelos
Ela me disse:
"Meu bem, não tenha medo
No verão que vem
Nós vamos à praia"




25.1.10




O meu nome é Torquato
O de meu pai é Heli
O da minha mãe Salomé
O resto ainda vem por aí




Torquato Neto, primeiro poema, 9 anos. In "Um poeta não se faz com versos", de Rodrigo de Andrade, pequena e excelente biografia do poeta publicada no último novembro no site Os Armênios.

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12.1.10

























- do filme de F. W. Murnau

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